23.9.10

proposito

Mi propósito para el nuevo curso: aprender a pasear.

22.1.08

apariencias 2


El otro día pensé, que dado que las musas y las ganas para seguir escribiendo en este blog me abandonaron hace tiempo, podía continuar con el post anterior en una serie de "auto propaganda", que para eso es para lo que sirven fundamentalmente los blogs y encima "yo vargo muncho, señores". Pero que nadie se asuste, porque como en otras ocasiones las series han acabado a la primera de cambio y mucho más si el argumento son las cosas que me han dicho los ligues pa agradarme.
Dado que mi experiencia en ciertas cuestiones fue más que tardía que alguien me dijera que beso bien me dejó patitieso; no por mi ignorancia a cerca de mis habilidades, que también, sino porque no había reparado nunca en que hay gente que besa bien y otra que no tiene la menor idea de para qué sirven los labios y la lengua.
Con el tiempo me he ido despabilando y después de comprobar en más de una ocasión lo torpes que pueden llegar a ser algunos, he añadido a mi innata sabiduría en este campo el empeño necesario cuando la ocasión lo merece, o mejor dicho cuando tengo la ocasión, que siempre la pintan calva.
Y oyes, que más de una vez me lo han vuelto a decir.

17.1.08

apariencias


En varias ocasiones me he sorprendido mucho cuando algún ligue, después de llevar un rato de charla, me ha dicho que le transmito tranquilidad, que contagio paz y sosiego.
¡Cuánto me gustaría, a veces, verme como los demás, solo por fuera!

19.12.07

feliz navidad

17.10.07

sinceridad


¿Quién me mandará a mi ser tan sincero?. Me invitan a una inauguración mega VIP, termina de hablar el rector y yo me reuno con mi amigos y entonces veo venir con una clara sonrisa al tío más guapo del evento, se me acerca, me casca un par de besos y me dice lo contento que está de volverme a ver. Y ¿cuál es mi respuesta?. Me suenas pero no sé quien eres. Y es que cuando yo digo que estoy muy mayor es que estoy muy mayor. Si hubiese esperado tan solo unos segundos habría recordado inmediatamente la cena en la que nos conocimos, que me contó que era bailarín, los años que había vivido en Londres y sobre todo en Japón, lo interesante que me pareció, la conversación tan profunda que tuve con él. Pero no me callé y le dejé sin saber qué decir, y por más que lo quise arreglar después ya no supe.

19.9.07

encontrar a un perdido


Lo veo nada más llegar a la exposición. ¡Menos mal que me he puesto mono! es lo primero que pienso. No paraba de hablar con su hermano y una amiga y prefiero hacerme el loco. Sin duda él está haciendo lo mismo, porque hemos coincidido sala tras sala, hasta que sin darnos cuenta nuestras caras se pegan al intentar leer a la vez una pequeña cartela junto a un cuadro. Nos saludamos y comienza una lagar charla. La semana que viene expone en Colonia, ha cambiado de galería, me da algunos nombres, está ya entre los mejores.
De vuelta, en el recorrido de las pocas manzanas que separan el museo de mi casa me cruzo con Javier. La última vez que le vi me enteré de que había vendido un cuadro y que hablaban de él en la prensa, aunque juntos celebramos algo mucho más importante.
Apenas unos pasos más antes de llegar a casa. Ángel. Siempre me sorprende su capacidad para contarme cosas importantes. Lo han contratado para el diseño de una nueva colección. Me invita este viernes a la inauguración de la exposición de Fernando con quien compartimos hace tiempo estudio.
No puedo evitar que se me note que no quiero que me pregunten. Hablo de vaguedades y vaguerías. De una sequedad que se prolonga y se encallece. De que el tiempo pasa y no hago nada.
Y es que mi amigo Pedro tiene razón "ando muy perdido".

14.9.07

fin de vacaciones


Le doy dos vueltas a la llave, mecánicamente, como cada mañana. Mientras miro mis plantas; la hiedra tiene cada vez más hojas secas. Ha debido ser mi vecina con el insecticida ese que me dejó y que es tan eficaz que mata a los pulgones, a las plantas y todo lo que se le ponga por delante. Bajo la calle hasta llegar a la esquina para recoger los dos periódicos que leo cada día y camino acelerado, también como siempre, hasta la estación. Cojo el tren por los pelos y me dispongo a leerlos, al rato, cuando levanto la vista, me doy cuenta de que hay obras cerca de la vía, deben de llevar mucho tiempo pero como siempre voy leyendo ni me había dado cuenta, al rato en la siguiente ojeada por la ventanilla me doy cuenta de que no reconozco nada de lo que veo ¡No puede ser! estoy en la otra punta de Madrid, hace rato que debía estar trabajando y yo metido en un tren que no sé a donde va. ¡Que dura es la vuelta!

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