19.9.07

encontrar a un perdido


Lo veo nada más llegar a la exposición. ¡Menos mal que me he puesto mono! es lo primero que pienso. No paraba de hablar con su hermano y una amiga y prefiero hacerme el loco. Sin duda él está haciendo lo mismo, porque hemos coincidido sala tras sala, hasta que sin darnos cuenta nuestras caras se pegan al intentar leer a la vez una pequeña cartela junto a un cuadro. Nos saludamos y comienza una lagar charla. La semana que viene expone en Colonia, ha cambiado de galería, me da algunos nombres, está ya entre los mejores.
De vuelta, en el recorrido de las pocas manzanas que separan el museo de mi casa me cruzo con Javier. La última vez que le vi me enteré de que había vendido un cuadro y que hablaban de él en la prensa, aunque juntos celebramos algo mucho más importante.
Apenas unos pasos más antes de llegar a casa. Ángel. Siempre me sorprende su capacidad para contarme cosas importantes. Lo han contratado para el diseño de una nueva colección. Me invita este viernes a la inauguración de la exposición de Fernando con quien compartimos hace tiempo estudio.
No puedo evitar que se me note que no quiero que me pregunten. Hablo de vaguedades y vaguerías. De una sequedad que se prolonga y se encallece. De que el tiempo pasa y no hago nada.
Y es que mi amigo Pedro tiene razón "ando muy perdido".

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