17.11.06

el post del viernes


Ayer me encontré con mi vecino el finlandés o el sueco o lo que sea y como ha ocurrido otras veces nos quedamos media hora hablando en la puerta de casa (como las vecinas cotillas de toa la vida). Me contó que el 28 se marcha tres meses a la India; yo puse la cara de envidia más patética que podéis imaginar y él dando una patada en el aire me dijo: manda el trabajo a la mierda y vete 6 meses a recorrerla. Mi sonrisa se volvió fingida y pensé que nunca seré capaz de hacer algo así. Hoy mi admirado MM dice que está constatando que la suerte es de los valientes y debe ser verdad, tanto como que yo soy un cobardica y que mis miedos me han paralizado toda mi vida.

6.11.06

leiden



Me abrazó con fuerza, se había hecho de noche y de nuevo llovía, nuestras mejillas pegadas, lentamente y de forma natural se movieron hasta que nuestros labios se encontraron. El tiempo se había agotado, mi avión salía de madrugada pero me llevaba el sabor de su boca. Nos separamos dandanos las gracias por enésima vez, mientras él se dirigía a recoger su bicicleta.
Ese día amaneció nublado, el único de los días que estuve en Amsterdam, Rob apareció puntual en la Estación Central, con su mochila y dos paraguas, el suyo y uno para regalarme. Un café rápido y algo menos de una hora en tren hasta Leiden y de todo para el camino, bizcocho típico para desayunar, chucherías…había pensado en todo.
Conversación, paseos, lluvia, museos, comida, recuerdos de infancia y más conversación, mucha conversación.
Y el intento inconsciente de alargar el día, de que no acabe, de no separarse. La última cerveza, que al final son varias. La cena en un bullicioso chino. Otra vez la última cerveza.
La sensación agridulce de algo que está comenzando y que se interrumpe o que quizá termina y que todavía hoy perdura.

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