17.3.05

Franz Schubert


Cierro los ojos y cada espejo se convierte en un bosque espeso y oscuro y apenas unos débiles rayos de sol vencen la niebla para acariciar la tierra. Las místicas voces inundan lentamente mis oídos y me embriagan con su olor penetrante. Me abrazan estrechándome hasta dejarme sin respiración y la pasión me extenúa y rueda como el agua entre las piedras.
Schubert y su Gesang der Geister über den Wassern es el culpable. Ayer estuve en el Auditorio Nacional, cantaba mi amiga M.

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