26.4.05


Cuando se me pasó el nudo en el estómago y en la garganta Gina, la directora, que estaba sentada a mi lado, no me dejó darle la enhorabuena; me invitó a hacerlo más tarde, con un vino en la mano en el bar de al lado del teatro. Por allí fueron apareciendo en pocos minutos uno a uno los actores, así que tuve la oportunidad de felicitarlos, besarlos y charlar con alguno sobre la obra o de temas más personales.
Cuando me fui era tarde pero me apetecía volver a casa andando. A pesar de que la obra había sido dura estaba contento. Sintiéndome afortunado por tener la capacidad de amar.

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