24.5.05

papel y pluma


Hoy me ha venido a la mente una amiga. La conocí en los primeros años del instituto y cultivamos nuestra amistad diaria también en los años de facultad, aunque nuestras carreras eran distintas. Después ella terminó de profesora en distintos pueblos de la geografía española y ha terminado con una plaza fija justamente en mi pueblo. Así que al menos de vez en cuando nos vemos.
Los dos compartimos el gusto, o la pasión o incluso la obsesión por los objetos de papelería. Si bien hay que reconocer que a ella le gustan especialmente las estilográficas y a mi los papeles. Así que durante sus primeros destierros y antes de que existiera el correo electrónico. Ya sé que habrá alguno que no se crea que hubo un tiempo en el que no existía, pero aseguro que así era. Desarrollamos una intensisima relación epistolar. Y conociendo nuestras debilidades, esta relación se fue convirtiendo en una pugna esmerada en la que si el contenido –evidentemente- era importante el contenedor era fundamental. Por eso era imprescindible escribir con pluma, que especificábamos con frases del tipo "te escribo con la pluma plateada que me regalaste" o "esta es la estilográfica veteada que compramos en el viaje a …." La tinta era cuidadosamente elegida para que entonase con el papel elegido para la ocasión, siempre distinto. Que variaba no solo en color sino también en textura, tamaño o forma. Todo siempre muy elegante. Y por supuesto el sobre tenía que coordinarse a la perfección con su contenido.
Ahora los email son rápidos y prácticos. Pero he perdido la emoción de buscar cada día en mi buzón al llegar a casa y la posibilidad de distinguir la letra de alguien querido y de que me alegren la vista con los sobres de colores que después guardaba en un cajón.

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