ojos claros

Me crucé con él por la calle y no pude evitar seguirlo con la mirada a pesar de que nada en él indicaba que le pudieran gustar los hombres. Lo pierdo entre la gente. Me monto en el metro, una estación con tres líneas, llego a mi andén y allí estaba él, sentado, esperando que llegue el tren. Esta vez, cuando paso delante de él me parece advertir que se ha fijado en mi. Me monto en mi vagón y él lo hace en el mismo por otra puerta. Se va llenando de gente que nos separa. Un larguisimo recorrido en el que no paramos de mirarnos, cada vez más descarados, teniendo que buscarnos entre las cabezas, asegurándonos con las miradas que el otro entiende el mensaje "me gustas". En cada estación es como esperar el bombo de la lotería, se bajará y ya está. Y las estaciones siguen y siguen pasando y él ni se mueve. Estamos llegando a mi parada, hago un gesto claro para prepararme para salir en la próxima. Me bajo y hace lo mismo. De repente me entra un poco de pudor, o miedo a estarme equivocando, así que retraso mis pasos considerablemente y dejo que él elija la salida que resulta ser la mía. Ya en la calle, una manzana más y allí está, esperándome. Una sonrisa y comenzamos a hablar.
Nos hemos visto en la otra punta de la ciudad y sin embargo somos casi vecinos, los dos teníamos que bajarnos en la misma parada. Tiene mucha prisa porque le esperan para un cumpleaños. Confía en que nos volvamos a encontrar pero por si acaso, antes de despedirnos me ofrece su número de teléfono. Y le digo que lo llamaré.
Se lo cuento a una amiga, quien pasados unos días me pregunta, a mí casi se me había olvidado. Lo llamo y mantenemos una conversación muy agradable. Es profe de inglés en un instituto y está ahora muy liado corrigiendo exámenes. Me dice que me llamará dentro de una o dos semanas, para ir por el barrio a tomar unas cañas.
Esta mañana cuando venía a trabajar, al llegar al andén suena el pitido que anuncia que las puertas del tren están a punto de cerrase, me apresuro a entrar y casi me llevo por delante al tío que está en la entrada. Se me queda mirando y enseguida cambia la mirada. Me fijo y me doy cuenta de que es otra vez él. Me hago el loco yo también y me bajo en la siguiente.