ojos claros

El piso que tengo puerta con puerta de mi casa lo ha alquilado la comunidad de vecinos de un edificio cercano que está en restauración, así que según van arreglando los pisos, por turnos van viniendo a vivir a mi lado. En los dos últimos años he cambiado tres veces de vecinos. Ahora hay un matrimonio mayor. Cuando vi por primera vez a la mujer me impresionó su gesto, las marcas que el sufrimiento había dejado en su cara.
Como vivo en una corrala, y las ventanas de la casa de al lado dan al pasillo por donde entro a mi casa tengo que ser muy discreto para no participar como un miembro más de la familia de su comida, su conversación o su intimidad cada vez que paso.
El domingo por fin terminé de pintar mi pasillo y para poder hacerlo con suficiente luz y ventilación mantuve la puerta abierta mientras manejaba el rodillo. Y a pesar de que tenía música puesta no puede evitar oír durante todo el día, a intervalos, el llanto lleno de amargura de mi vecina. Por como la trata su marido imagino que sufre una enorme depresión.
El caso es que a mi se me encogió el corazón, lleno de impotencia y me sentí una vez más desprotegido y vulnerable ante el sufrimiento ajeno y como decía el otro día mi queridisimo guasabi, el llanto puede ser un acto contagioso porque terminé el día llorando en la soledad de mi casa.