29.11.05

acabaré tropical


El sábado me colé en la fiesta de la Pepa, que si el año pasado no daba crédito a mis ojos, este todas las fantasías de holiwood se quedaban cortas, que allí hasta el último mono se creía que era la reina se Saba.
Para que os hagáis una idea voy a tratar de describiros algunos modelitos de los que vi, aunque creo que no se han inventado las palabras para ello.
La Pepa, sin duda alguna era la más discreta de todas, llevaba un diseño exclusivo de la
Karola, importado de Londres, a saber, unos vaqueros de terciopelo dorado, que ya solo ellos habrían llamado poderosamente la atención hasta del más ciego de los mortales, una camiseta azul con impresiones en plata a la que para adornarla más (como si ello fuera posible) le habían añadido estrellas de plata haciendo juego con las que había por las paredes y los podium de los gogós del tamaño de mi mano. Y es que otra cosa no tendrá la Pepa, pero a sencilla no hay quien la gane, así que por si acaso tenía frío llevaba puesto una americana rematada con una tira de ganchillo en oro y cubierta de miles de lentejuelas cuadradas del tamaño de tejas de tejado a modo de escamas. Vamos que la bola de espejos del techo no hacía tantos destellos como la Pepa cuando se movía, que yo vi como subía el precio de las gafas de sol en la reventa en la fiesta, porque tanto fulgor no había ojo humano que lo aguantara. Rematada todo el conjunto un casquete o gorro moro al que le habían crecido plumas, faisanes y diversos frutos de la naturaleza, que añadían a los casi dos metros de Pepa otro más de altura.
Iba la Karola, que había ideado aquel carnaval andante, no menos sencilla, una levita roja llena de galones dorados igualita igualita que la llevó Francisco José cuando se casó con Sisí emperatriz, que hacía palidecer de envidia a todos los galanes de la fiesta, unos vaqueros de flores de cretona (alguna ventana se quedó sin cortinas), una especie de blusa con escote hasta el ombligo, que cómo ella es muy decente (¿a cuento de qué vienen esas risas?) y sus movimientos un tanto descordinados, había protegido el pudor de los pezones con dos estrellas (también haciendo juego con las de las paredes) y claro está que el conjunto lo remataba una gorra de plato con toda Faunia al completo y parte de Terra Mítica, Claro que lo que no sabía yo era que luego se iba a subir al podium y con la excusa de la musiquita y la performance se iba a ir quitando la ropa hasta quedarse en paños menores, eso sí, eran paños menores dorados, no faltaba más, y luego no se sabe muy bien como ocurrió, pero sin bajarse del podium apareció con una especie de coraza de gladiador –adivinad el color- si, de oro, una máscara-casquete con más plumas que Norma Duval bajando por la escalera, como si en la fiesta hicieran falta más plumas. Y unos velos y tules que arrastraban y que eran comodisimos para bailar entre la gente.
Por hoy no os cuento más, pero me faltan la Toña, la Marita, el Ojos , el Pedro y un montón de mamarrachas más…
Fresitísima

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