20.12.05

servicio post venta


Un día antes de que entrara en vigor la ley, decidí delinquir. Volvía a casa a eso de las once de la noche, hacía un frío que cortaba las entretelas y sobre la acera estaban desparramados los discos. Le pregunto al africano por dos títulos, de los que solo tenía uno. Me cobra 2 euros y cinco minutos después ya estaba yo en casa intentando escuchar el disco sin conseguirlo. Era virgen, estaba sin grabar. Bajo corriendo a la calle y ya no hay rastro de ningún mantero, así que me vuelvo a casa con dos palmos de narices y reprochándome haberme fiado de esta gente.
Al día siguiente al volver del trabajo, a eso de las siete, en la esquina de Atocha veo un grupo de negros, pienso que seguro que alguno de ellos fue el que me vendió el disco pero vete tú a saber cual es. Se me ocurre acercarme a uno, el que me parece más mono, le pregunto que si vende cedés y con cara de susto lo niega, insisto y me reconoce de la noche antes, me dice que se lo traiga que me lo descambia.
Voy a casa, bajo para descambiarlo y allí está, me lo pide y me dice que como está la poli que se va a casa para traerme uno bueno. Y allí me quedo yo esperando en la esquina, muriéndome de frío y viendo como los otros negros van desapareciendo. Espero un rato y ya estoy seguro de que me han timado, de que estoy haciendo el panolis por 2 euros y de que lo mejor es largarme. Así que doy unos pasos y comienzo a alejarme, entonces noto que un negro gordo y grande hace señas, pienso que no es posible que sea a mi, insiste y me atrevo a acercarme, sin mediar palabra me señala a un tercer negro que estaba en otra esquina y entonces me dirijo a él que disimuladamente, como el que pasa droga, pone el nuevo disco en mi mano.
¡la próxima vez seguro que puedo pagar con tarjeta!.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com