23.5.06

hay dias...


Vivo en una tercera planta, mi dormitorio tiene una ventana redonda más alta que mi cabeza y desde la cama solo se ven las estrellas. Ahora están arreglando la fachada del patio y ha puesto andamios.
El sábado me despertaron ruidos metálicos y entre sueño y vela pensé con alegría y con una cierta sorpresa que por fin estaban quitando los andamios, a pesar de no ser día laborable. Abrí un ojo y veo con la nariz pegada al cristal un tío con los pelos largos y de punta, una barba de 10 años y las peores pintas que uno pueda imaginar. Del bote que pegué salió disparao el intruso. Corro a la ventana, sin vestir, del salón desde donde no se podía ver nada y me dice un albañil de la casa de enfrente para tranquilizarme "no se preocupe señor, es un "loquito" que se está subiendo por los tejados. Ni que decir tiene que no consiguió su propósito. Y mientras decía eso aparece de nuevo por delante de mis narices corriendo por los andamios a punto de matarse. Me pongo a gritarle pidiéndole que bajara o que entrara por mi ventana, a esas alturas ya le había reconocido, era el pobre que está siempre en la esquina de mi casa y que s me pide cigarillos todos los días. Pero no me hace caso. Da salto a un tejado como en las películas y a mi se me sale el corazón por la boca pensando que se espanzurraba contra el suelo. Pero no, consigue llegar al otro edificio. Empieza a levantar tejas como un poseso y hace un agujero por el que se cuela sin que hayamos vuelto a saber de él.
Muerto de sueño pero con los nervios metios en el cuerpo a ver quien es el guapo que se duerme otra vez. No obstante me acuesto de nuevo y a los pocos minutos otra vez el ruido por el tajado de enfrente Y yo otra vez corriendo a la ventana del salón. Esta vez es el cuerpo de bomberos ¡que qué cuerpo! Arreglando el agujero. Decido que puestas así las cosas mejor me quedo a disfrutar del espectáculo y que ya dormiré la siesta.
Cuando me canso de mirar a los bomberos que iban con arneses, herramientas, máscaras y no sé cuantas cosas más, igual que si fueran a la guerra, me pongo a desayunar y otra vez la escandalera por el patio. Tonto de mi que no me había puesto a desayunar en la ventana, que esa mañana estaba entretenidisima. Los vecinos desde todas las ventanas relatando el caso a la policía que había venido no sé a qué.
Y es que hay días que empiezan con mala pata, porque cuando me repongo de tanto susto me dispongo a llamar a un amigo y me doy cuenta de que mi móvil ha desaparecido y no aparece ni vivo ni muerto. Adiós a un montón de números guardados, mensajes, etc y corriendo a la tienda a bloquearlo para no recibir una factura de doscientos mil millones de euros en conferencias a Perú.
Y para rematar, por la noche, mi vecino dando gritos porque ganó Finlandia el Festival de Eurovisión. Si es que ya se sabe sábado, sabadete…

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