9.5.06

trauma

MM me ha recordado una anécdota de mi más tierna infancia y al contestarle se me ha quedado ya escrito el post de hoy:
Cuando yo era pequeño, bueno, más pequeño, y veníamos del pueblo, una liebre o un conejo se deslumbró por los faros del coche y se dió un topetazo con el paragolpes, para alegría de mis padres que vieron la cena resuelta y muy económica; como solo se quedó turulata mi padre bajó del coche muy dispuesto y le dio el consabido golpe en la cabeza con el bordillo de la carretera para re-matarla.
La imagen, gracias a Dios, se me ha borrado de la mente; que es que mi mente es muy lista, ultimamente se me borra casi todo o no es lista pero estoy muy mayor, que también puede ser, el caso es que yo no paré de llorar hasta que llegamos a Madrid, viendo a mi padre como un asesino sin escrúpulos y por supuesto no probé, ni lo he vuelto a hacer, el conejo.

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