22.6.06
fin de semana
En Vigo las piedras de las casas abandonadas del casco viejo huelen a silencios; los amigos saben a música, a piano, al medievo catalán; las noches suenan a hierba húmeda, a reflejos de luz sobre la Ría, a cenas sobre el horizonte.
En Vigo las nubes se disfrazan de montaña y los árboles lloran todas las tardes. El sol se devela y perfuma el café. En Vigo enmarcan las sensaciones como si fueran fotografías antiguas y los encuentros nacen con nostalgia.